De una manera clara y muy cuidadosa, veamos tres escenas de la celebración de la navidad, para responder esta pregunta. 1) En Mt.2:1-2, 10-11, los escritos nos hablan de unos magos que venían buscando el lugar donde había nacido el rey de los judíos; no se nos dice mucho de quiénes eran ellos, ni qué significaba la estrella que los había guiado hasta allí, pero sí se nos deja ver cual era el fin con el que ellos se encontraban buscándolo: “Venimos a adorarle”, estos magos no eran judíos, más bien eran del mundo pagano, pero con todo y eso, un solo motivo los impulsó a buscarlo: “Adorarlo.” Esto es lo mismo que debe llevarnos a celebrar la navidad. 2) En Lc.2:9-14, la presencia del Ángel delante de los pastores y la presencia del ejército de Ángeles, no solo era para dar a conocer las buenas de gran gozo, sino también, de adorarle con un gran cántico; ellos nos evidencian su emoción por el nacimiento del salvador de la humanidad, por esto el grito: “¡Gloria a Dios en las alturas,” y luego agregan: “Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Esto era un desborde de adoración.
3) Seguido, en Lc.2:15-20, el escritor nos narra que los pastores fueron y confirmaron todo lo que se les había dicho, y al confirmarlo, fueron y atestiguaron dando estas buenas de gran gozo en todos los alrededores, lo que trajo como resultado que la gente se “maravillara” y después de testificar y anunciar las buenas de gran gozo, “volvieron y adoraron glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.” Estos pastores lo celebraron, dando a conocer las nuevas de gran gozo al mundo que les rodeaba y adorando y glorificando a Dios. Tú puedes hacer los mismo.
¿Cómo compartir la navidad con mi familia que no es cristiana? Podemos concluir de esta pregunta una serie de respuestas, que sin duda serían muy acertadas, sin embargo, queremos responder a esta en dos formas:
La primera partiendo de lo dicho por la Palabra en Ecl.7:18. “Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo”. En mi opinión, el temor a Dios es la más alta motivación para una conducta correcta. A la luz del texto, el que teme a Dios está libre para tomar de esto y de aquello, ¿por qué? porque el temor de Dios le va a imposibilitar que se exceda; el exceso acarrea destrucción. Dios es el Dios de la moderación o el equilibrio, él es el Dios de la sensatez. El problema está en los excesos, podemos convertirnos en legalistas o desenfrenados; el exceso esclaviza a las personas y no les permite dar un buen testimonio ante los que les rodean, y ya sabemos bien el mandato dado por el Señor Jesucristo cuando dijo que seamos “luz y sal de la tierra”. Es por el temor a Dios que nosotros, los creyentes, podemos tomar y dejar, entrar y salir, partir y regresar. Todas estas iniciativas, emprendidas bajo la guía del temor a Dios prosperarán. El temor a Dios nos provee la sobriedad, de tal forma que puedo tomar de esto y de aquello y salir triunfante. El temor a Dios nos permitirá, que aunque estemos con familia no creyente y compartamos con ellos, les demostremos amor, compañerismo, pero no nos excedamos en hacer lo que ellos hacen, o ser como ellos son, porque el temor a Dios nos permite evidenciar una conducta correcta.
La segunda, partiendo de lo dicho por el apóstol Pablo a los Corintios en 1Cor.6:12. “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna” y 1Cor.10:23. “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” En ambas citas de la Biblia, el apóstol Pablo cita un lema cuatro veces: “Todas las cosas me son permitidas.” No sabemos si fue él mismo quien les aplicó este refrán a los hermanos de Corinto, o si el lema vino de los filósofos griegos o del gnosticismo, pero algunos de los miembros de la iglesia de Corinto usaron este lema como excusa para promover su propia versión de la libertad cristiana; sin embargo, el apóstol no lo cita con el motivo de hacer solo mención de ellos, sino de dar las siguientes correcciones: (1) “mas no todas convienen” (2) “mas yo no me dejaré dominar de ninguna” (3) “pero no todo conviene;” (4) “pero no todo edifica”. Tú y yo debemos honrar a Dios y buscar la libertad, antes que la gratificación.